Bienvenidos a York, una de las ciudades más bellas de Inglaterra. Al norte del país, más concretamente en el condado de Yorkshire, se encuentra esta ciudad histórica, que conserva como pocas su pasado.
Rodeada por una muralla de origen romano, piérdete por sus calles de trazado medieval hasta llegar a una de las catedrales góticas más hermosas del mundo.
Un poquito de historia
La ciudad fue fundada en el año 71 d.C. como fuerte y ciudad por la Legión IXª, convirtiéndola en una de las dos capitales de la Britania Romana. Con la llegada de los anglos en el siglo VII, la ciudad pasó a llamarse Eoferwic y se convirtió en la capital del Reino de Northumbria. Los vikingos tomarían la ciudad en el año 866, aumentando su capacidad comercial, integrándose su puerto fluvial a las rutas vikingas del norte de Europa.
Durante la conquista normanda, Guillermo el Conquistador mandó asolar e incendiar toda la ciudad tras una revuelta anglosajona. Hasta el siglo XII York no volvería a prosperar, de nuevo gracias a su puerto y al comercio. Debido al crecimiento de la ciudad se edificó una nueva muralla, de la que todavía se conservan sus cuatro puertas.
Una fecha que marcará la historia de la ciudad es el 16 de marzo de 1190. Una revuelta contra los judíos llevó a 150 judíos a encerrarse en una torre del castillo. La muchedumbre enfurecida que se encontraba fuera demandaba a los judíos convertirse al cristianismo.
Atrapados en el castillo, el rabino Yom Tov of Joigny propuso realizar un suicido colectivo antes que convertirse. Así, el padre de cada familia mató a su mujer e hijos. Aquellos que no se suicidaron, abandonaron la torre el día 17 bajo la falsa promesa de que no habría represalias. Sin embargo, al abandonar la torre serían ejecutados, con el resultado final de 150 fallecidos.
La ciudad sufrió un periodo de decadencia durante el reinado de Enrique VIII, debido a la revuelta popular conocida como la Peregrinación de Gracia, en protesta por la ruptura de Inglaterra con la Iglesia católica y la disolución de los monasterios, así como otros agravios políticos, sociales y económicos.
Hasta el siglo XVIII la ciudad no volvería a recuperarse, aunque sería el siglo XIX y la llegada del ferrocarril, lo que permitiría la expansión de la ciudad.
Qué ver en York
Sin duda alguna, el monumento más emblemático de la ciudad es la York’s Minster, una de las catedrales de mayores dimensiones del mundo.
Aunque comenzó a construirse en el siglo XIII, no se terminaría hasta el siglo XV. De estilo gótico, la nave tiene 27 m de altura, 76 m de ancho y mide 160 m de longitud.
No dejes de admirar sus vidrieras y rosetones, que aportan muchísima claridad. Su interior es impresionante, gracias a sus dimensiones y luz.
También se puede visitar la salda del tesoro, donde se exhibe una colección de orfebrería religiosa.
La muralla de York abarca casi todo el perímetro de lo que fue la ciudad medieval, con 5 km de longitud. La Bootham Bar es la única de las puertas que coincide con una romana anterior.
Clifford’s Tower es la torre medieval que sustituyó a la torre de madera en la que murieron los judíos en 1190. Se erige sobre un montículo artificial para divisar mejor posibles ataques.Al lado de la torre nos encontramos el York Castle Museum, en el que destaca la reconstrucción de una calle en la época victoriana, con sus tiendas y escaparates, tal y como eran en la época. Justo enfrente se sitúa Fairfax House, un museo de la época georgiana, que conserva muebles, porcelanas y decoraciones de la época en muy buen estado. Muy cerca se emplaza el Jorvik Viking Centre, donde se expone el pasado vikingo de la ciudad.
Paseando por sus calles descubrirás cantidad de rincones maravillosos, así como tiendas increíbles. Por cierto, York es famosa por su mercado navideño. Y, aunque no todo el año es Navidad, es posible comprar adornos en las numerosas tiendas especializadas. Destacar también las tiendas de antigüedades.
Comer y beber
No dejes de pasar por Punch Bowl, un pub con más de 400 años de historia y uno de los locales más conocidos de York. Otro pub interesante, es Golden Fleece, el más antiguo de la ciudad y del que se dice que está encantado. Muchos huéspedes aseguran haber visto a la señora Peckett, la mujer del primer propietario, deambulando por los pasillos, así como a otros fantasmas. Nosotros, por suerte o por desgracia no hemos tenido el placer.
Si eres un amante del té, e incluso si no lo eres, no dejes de pasar por The Earl Grey Tea Rooms. Cuenta con un encantador jardín trasero y tienda de regalos, donde comprar bonitos juegos de té, porcelanas, mermeladas o una gran variedad de tés.
¡Esperamos que os guste la visita! Si tenéis cualquier duda podéis dejarnos un comentario. Y recordar visitar nuestros perfiles de Instagram / Facebook para más inspiración y excursiones en Reino Unido.